Una expectativa sana de lo esperado de nuestro entorno, nos permite confiar en que los otros tienen la conciencia adecuada para actuar en función de determinada circunstancia y que el no hacerlo hace parte de la evolución normal de cada situación. En consecuencia, confiar en tu prójimo es una responsabilidad compartida, si creemos en los otros las situaciones fluyen, si no lo hacemos se obstaculizan.
Una expectativa mal sana, nos lleva a esperar que los comportamientos de terceros coincidan con el nuestro, lo cual puede ser frustrante, ya que los procesos mentales son individuales y únicos. Cuando el esperado de nuestro entorno es muy alto, podemos ser presas del miedo y hacernos impotentes para reaccionar en función de lo que quieren los otros.
Entre más deseamos que alguien haga determinada cosa de cierta manera, es muy probable que no suceda. Obstruimos procesos sin darnos cuenta de ello.
Confiar en los demás y fluir en consecuencia es una actitud mental que aligera las cargas del camino de otros y el nuestro!
JV
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