Para que exista el perdón debe
existir un motivo, una causa o agresión real que genera dolor, ansiedad,
tristeza, desolación o rabia.
Es aquí cuando el ego vuelve a tomar fuerza e
interpreta circunstancias injustificadas o débiles, como motivos suficientes
para tomártelo personal.
Si escudriñas las verdades
aparentes que se posan frente a ti, encontrarás que la mayoría de ellas no son
en contra tuya, simplemente son hechos cotidianos representados en
comportamientos de terceros que actúan atendiendo su propia conciencia, sin
necesariamente tener la intención de
ofenderte.
Se compasivo al juzgar, no
interpretes, no te lo tomes personal, no supongas y si después de revisar
determinada situación, definitivamente concluyes que si hay motivos suficientes
para sentir dolor por causa de otros que son importantes en tu vida, entonces
permite que el amor que fluye en ti se expanda y libérate de esa sensación que
te atormenta, Perdona, finalmente la otra persona no esta viviendo la
experiencia desde tu óptica, por lo que la carga se vuelve solo tuya.
Recuerda que cada ser y
circunstancia que pasa por tu vida, son espejos que te hablan de tus propias
falencias, susurrándote al oído que no todo tiene que ser cuando y como tu
quieras, que realmente nada es personal, que el ego que te indica que te están
agrediendo puede ser doblegado.
Es aquí y ahora, donde el
susurro de un Angel te está mostrando la parte de ti que debes trabajar y
probablemente en este momento entiendas que no hay nada que perdonar porque realmente nunca fuiste ofendido.
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